Ya hemos superado esa barrera cultural que nos decía que hablar de conservas era hablar de simples aperitivos, o de un “comodín culinario” al que recurrir en caso de urgencia, pasando a otorgarles la consideración que realmente merecen.
Pero nos queda otra barrera por superar, ¿son las conservas de pescado y marisco menos nutritivas que los alimentos frescos?
Empecemos por una breve introducción…
Las conservas de pescado y marisco son productos frescos sometidos a un tratamiento especial con el fin de que permanezcan en buen estado durante mucho más tiempo al habitual logrando así, no solo almacenar comida, si no disfrutar de productos independientemente de la temporada en la que se den.
Para realizarlas, las conservas pasan una serie de procesos fundamentales los cuales se explican a la perfección en el post Fabricación de conservas de pescados y mariscos españolas
La industria conservera, tal y como hoy la conocemos, se inició a comienzos del siglo XIX. Nicolás Appert, un investigador francés de escasos recursos, las descubrió en 1810 tras años de investigación, pero, como ese no es el quiz de la cuestión, os invitamos a hacer clic aquí para ampliar información.
¿Cómo afecta el enlatado a los nutrientes?
Como bien nos explica El Confidencial en su blog Alimente, siempre se ha supuesto que lo más nutritivo eran las comidas frescas seguidas directamente por los congelados. Pero podría no ser así.
Dos estudios, uno de la American Public Health Association y otro de la Oregon State University, en Estados Unidos, demostraron que las proteínas, los hidratos de carbono y las grasas se ven completamente inalteradas durante el proceso de calentamiento.
Lo mismo le ocurre a la mayor parte de los minerales y a las vitaminas que tienen la cualidad de poder disolverse en grasa (liposolubles) como la A, la D, la E y la K.
Fotografía: Dekoeurop
De todos modos, las altas temperaturas debidas a la esterilización pueden dañar las vitaminas que son hidrosolubles como la C y la B. Así lo demuestra en un estudio el investigador Z. M Abdel-Kader, de la Ain Shams University, en El Cairo.
Extrapolado a la vida cotidiana, seguro habréis escuchado un “tómate rápido el zumo, que se le van las vitaminas”. Esto es porque la C y las B no solo reaccionan negativamente al calor, sino también a la presencia de oxígeno, por lo que podremos esperar una reducción en los valores nutricionales de los alimentos que las contienen incluso si son ‘frescos’.
El lado positivo es que según explican en su trabajo científico los investigadores V. Dewanto, X. Wu y el resto de su equipo de la Universidad de Cornell, en Estados Unidos, «el tratamiento térmico aumenta el valor nutricional de los tomates al incrementar la actividad total de los antioxidantes». Sí, para nuestro cuerpo es mucho más fácil obtener los elementos antioxidantes de esta hortaliza si ha sido tratada con el proceso de enlatado.
El experimento
¿Las personas que comen más conservas están peor nutridas que las que se alimentan únicamente de productos frescos o congelados?
Como nos cuentan en el mismo artículo del blog de El Confidencial, el investigador K. B Comerford, de la University of California at Davis, en Estados Unidos, tras analizar su estudio llegó a la conclusión de que: los sujetos que comían 6 o más latas de conserva a la semana tenían mayores ingestas de 17 nutrientes esenciales comparados con los que ingerían 2 o menos latas de conservas a la semana.
Así que, sí, teniendo en cuenta que ningún alimento es perfecto (nutricionalmente hablando), las conservas, bien combinadas con otros productos son, aparte de un plato delicioso, un alimento muy nutritivo y sano para nosotros.
Fuente: Alimente, El Confidelcial