El líquido de cobertura de las conservas no solo influye en el sabor, si no que también repercute en el ciclo de vida del producto. De este modo, provoca que en las conservas en aceite las fechas de consumo preferente pasen a 6 años en lugar de 4 años como ocurre con las latas al natural o con tomate.
Para ampliar información, os contamos algunos datos interesantes:
Al natural (agua y sal)
El punto a favor de las conservas al natural es que no contienen ningún tipo de añadido que altere su sabor, por lo que resulta la elección más adecuada si lo que queremos es desarrollar una receta en la que el líquido de cobertura no influya en el sabor del contenido final del plato.
Aceite de girasol
Las conservas de este tipo permiten disfrutar de un sabor mucho más suave, además, este aceite no se condensa en el frigorífico, lo que resulta ideal para conservas de gran formato. Nos beneficiamos en esta alternativa del mayor contenido en grasas poliinsaturadas.
Aceite de oliva
Óptima opción, ya que en este líquido, encontramos un alto contenido de grasas monoinsaturadas (del tipo ácido oleico) beneficiosas para nuestro sistema circulatorio además de agregarle al sabor propio del producto un toque mediterráneo.
Aceite de oliva virgen extra (AVOE)
El súmmum de los líquidos de cobertura. Este tipo de aceite no experimenta ningún tipo de proceso químico o refinado, ni tampoco contiene aditivos ni conservantes. Además, su acidez no sobrepasa los 0.8º de ácido oleico por cada 100g, resulta por tanto, un aceite de máxima calidad.
Su intenso sabor y olor provoca que en ocasiones que, el sabor del contenido de la conserva, quede camuflado.
Con tomate
La alternativa con mayor personalidad. Un maridaje de sabores que permite disfrutar del contenido de las conservas de una manera especial beneficiándonos de los contenidos nutricionales de ambos productos.