La industria conservera ha abanderado el motor del desarrollo en el S.XIX. Dada su rápida expansión, el negocio comenzó a evidenciar la necesidad empresarial de desmarcarse de los competidores para obtener mejores resultados. Así, entre otras muchas estrategias, se empezó a forjar una cultura publicitaria.
Los envases, pinturas y carteles promocionales pasaron a convertirse en un soporte de lujo en el que se luchaba por llamar la atención del consumidor con piezas cada vez más sofisticadas y artísticas.

Friso de la pesca en Galicia. Francisco Llorens, c. 1929
Los elementos promocionales se convirtieron en soportes de gran calidad artística.
Con el paso de los años, toda esta representación artística se empezó a considerar una seña de identidad de la cultura del litoral español, grabada en la memoria colectiva de la sociedad hasta la actualidad.