La industria conservera ha abanderado el motor del desarrollo en el S.XIX. Dada su rápida expansión, el negocio comenzó a evidenciar la necesidad empresarial de desmarcarse de los competidores para obtener mejores resultados. Así, entre otras muchas estrategias, se empezó a forjar una cultura publicitaria.
Los envases, pinturas y carteles promocionales pasaron a convertirse en un soporte de lujo en el que se luchaba por llamar la atención del consumidor con piezas cada vez más sofisticadas y artísticas.
Los elementos promocionales se convirtieron en soportes de gran calidad artística.
Con el paso de los años, toda esta representación artística se empezó a considerar una seña de identidad de la cultura del litoral español, grabada en la memoria colectiva de la sociedad hasta la actualidad.